lunes, 23 de febrero de 2009

Miguel de Guevara

A Jesus Crucificado
No me mueve, mi Dios,
para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor:
muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin tu amor, de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
Poner al hijo en cruz
Poner al Hijo en cruz, abierto el seno,
sacrificado porque yo no muera,
prueba es, mi Dios, de amor muy verdadera
mostraros para mí de amor tan lleno.
Que, a ser yo Dios y vos hombre terreno,
os diera el ser de Dios que yo tuviera
y en el que tengo de hombre me pusiera
a trueque de gozar de un Dios tan bueno.
Y aún no era vuestro amor recompensado,
pues a mí en excelencia me habéis hechoDios,
y a Dios al ser de hombre habéis bajado.
Deudor quedaré siempre por derecho
de la deuda que en cruz por mí ha pagado
el Hijo por dejaros satisfecho.

Levántame, señor...
Levántame, Señor, que estoy caído,
sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo;
quiérome levantar y estoy
me quedo:
yo propio lo deseo y yo lo impido.
Estoy, siendo uno solo, dividido:
a un tiempo muerto y vivo, triste y ledo;
lo que puedo hacer, eso no puedo;
huyo del mal y estoy en él metido.
Tan obstinado estoy en mi porfía,
que el temor de perderme y de perderte
jamás de mi mal uso me desvía.
Tu poder y bondad truequen mi suerte
que en otros veo enmienda cada día,
y en mí, nuevos deseos de ofenderte.

No hay comentarios: